jueves, 26 de agosto de 2010

Medalla Olímpica de Bronce. ¡Felicitaciones, muchachas!

¡Ooooroooo! ¡Medalla de Oooor…! No. De bronce nomás. ¿¡Qué cosa!? ¿Bronce? Pero si ellas son las mejores, y la mayoría ya está bronceadita. ¿Más bronce? Yo quiero oro… ¡Ooooorooooo! Entonces desperté de la pesadilla que me apretaba el pescuezo con doce medallas de bronce, como si fueran los tentáculos de Medusa aunados a la euforia de Natalia y sus pupilas, y observé la realidad: Medalla Olímpica de Bronce.

¡Felicitaciones, muchachas! Bronce es magnífico... Pero no extraordinario. Algo así como Orolímpico merecido que se transformó en un metal menos resplandeciente y emocionante, uno con tono consuelo luego de esfumar, después de muchos años, una nueva chance de ser consideradas las mejores del mundo ¿Por qué si las muchachas y Natalia merecen más?

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viernes, 13 de agosto de 2010

Síndrome Natimálaga: peligrosos exabruptos de una notable jugadora de voleibol

Encierra una peligrosa tendencia destructiva de ciertos valores humanos que debieran enaltecer a una sociedad, cuando la mayoría de individuos, supuestamente civilizados, apoyan la nefasta opinión de que el maltrato verbal indiscriminado puede motivar a una persona de cualquier edad, clase social, grado de educación, nivel económico…, a dar lo mejor de sí, contribuyendo a su desarrollo personal, incrementando su capacidad profesional o de oficio, a fin de dimensionar su aporte creativo y productivo en cualquier responsabilidad con la comunidad.

Un pensamiento erróneo amparado por las masas puede acarrear serias consecuencias socioculturales si no se frena a tiempo. Y aquel es uno. ¿O acaso no es un mensaje nocivo enaltecer todo concepto o acción que tiende a derruir el virtuosismo humano y acreditar, a su vez, algún valor relevante a acciones paupérrimas y/o a las miasmas de la personalidad de algunos personajes públicos? Claro que sí. Ejemplos hay muchos en la Historia, cuyos mensajes tuvieron alcances destructivos en generaciones venideras. Hoy, siglo XI, no tenemos derecho de permitirnos el irresponsable lujo de fomentar Necedad e Insensibilidad.

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viernes, 8 de enero de 2010

Al César lo que es del… ¿y al resto?

Luego de sobrevivir festejos de fin de año y no sufrir mayores percances que una arritmia cardiaca por dar la bienvenida a una nueva década llena de anhelos para la humanidad, sigo recorriendo distintas ciudades acogedoras y civilizadas de Europa, admirando incluso aquellas comarcas rurales aún distantes de adelantos tecnológicos pero con una población capaz de entender, aunque sea de manera intuitiva, el valor de existir con coherencia, desarrollarse con sentido común, convivir en paz y armonía.

Por supuesto que no todos son felices territorios y algunos, incluso, parecen no haber evolucionado socialmente y otros continúan abocados al irracional deterioro aunque parezcan reunir condiciones culturales para salir adelante. Pero no son frenados solo por no estar comprometidos en superar vicisitudes o por una economía caprichosa no favorable por estar adherida a flujos y contingencias colaterales en el ámbito mundial o por intereses de territorios colindantes y de mayor poder bélico, sino por el letargo de sus gobernantes en la toma de decisiones y/o que sean fallidas en criterio o ejecución.

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