Lima, la ciudad que anhelamos millones de peruanos y peruanas que aman al Perú.
Lima,
17 de diciembre de 2013
Susana
Villarán de la Puente
Alcaldesa Municipalidad de Lima
Estimada Susana:
Alcaldesa Municipalidad de Lima
Estimada Susana:
Es
imperioso, justo y merecido quitarle poco tiempo a usted y
sacrificar, momentáneamente, la edición de mis novelas para
concederme un respiro y Felicitarla por organizar el 2do Festival de
Artes Escénicas de Lima, las tres semanas más estimulantes de Arte
y Cultura que he tenido desde que empezó el año y que, además, me
permitió liberar a Madre Wilma y hermano Rodrigo (85 y 60 años
respectivamente) de ciertos hábitos cotidianos que suelen tomar
control cuando la edad nos torna menos exigentes o demasiado
tolerantes y la escasa energía nos doblega a la influencia del
ámbito social en que vivimos, como en el caso de la actual Lima,
peligrosa y tozuda, casi irrespirable por el maltrato indolente de un
sistema insensible con los más vulnerables, que sucumben lentamente
al deterioro físico, intelectual, espiritual, sobre todo cuando no
hay personas queridas y confiables cerca para protegerlos de
pertenecer aún a una sociedad impúdica, de valores distorsionados,
con medios de comunicación irresponsables que intentan someternos a
programas mediocres, banales, intrascendentes, bobos, lucrando con la
ignorancia, mofándose de las necesidades de los humildes, mucha
truculencia, morbidez, estupidez, morbo, chisme y mentira, siempre
con vileza y ruindad, concentrados tozudamente en su codicioso
mecanismo organizado de incrementar fortuna, succionando insaciables
al Perú, como si fueran enajenadas sanguijuelas dispuestas a amparar
lo más execrable del espíritu humano, con el único fin de
incrementar capitales personales y de grupos de poder económico, sin
medir consecuencias catastróficas socioculturales.
Muy
triste realidad, señora Susana, pero lo cierto es que cada Navidad
me encuentra más desmoralizado que la anterior con respecto al
futuro sociocultural de mi Nación, pensando en vender
propiedades y liberar a mi familia de tanta mediocridad,
instalándonos en algún territorio acogedor donde obtener calidad de
vida, para la clase popular y/o media, no es una odisea imposible,
descabellada, sino un acto normal, cotidiano, natural, producto de
ser civilizados y valorar la vida, considerar y respetar al prójimo,
como proceso natural de existencia y no una descabellada
aspiración, utópica, imposible, como lo es para la mayoría de mis
paisanos que sobreviven una ciudad caótica, caprichosa y engreída,
regida por malos hábitos y absurda necedad. Por eso, y por mucho
más, el Festival de Artes Escénicas de Lima fue extraordinario, un
maravilloso oasis en el desierto y pudimos, los privilegiados que
participamos de él, saciarnos como si FAEL fuera un antídoto para
el envenenamiento existencial, elixir para curar el deterioro
espiritual al que nos someten los que tienen control de Lima y
ayudarnos a contrarrestar la ignominia circundante que se expande
putrefacta como miasmas salidas de cloacas del espíritu para
llevarnos con ellas, ahogarnos con su nefasto e inmundo hedor.